martes, 28 de mayo de 2013

Enhorabuena.

Lo conseguiste. Lo de abrirme y no sólo de piernas.

Lo hiciste lento, como cuando describías tus manos por mis muslos, desnudándome y no únicamente quitándome la ropa.

Mordiscos, besos, gemidos.
Todo por sentirme completa, por sentirte conmigo.

Lo crudo es que tantos besos y el roce de tu lengua en el centro de mis ingles me vaciaban sentimentalmente, llenándome de ese dolor placentero que hasta enganchaba.

Furiosa, triste, celosa, dolida.
Podría acrecentar todo eso, pero mi corazón se mueve y bombea al ritmo de ‘no puedo más’.

Creí que entregarme ‘a pesar de’ funcionaría, pero ahora sólo cuesta más pegar los pedazos de lo que queda de mí, de lo que hemos dejado.

Y es que me hiciste el amor a lo bestia: arañándome los huesos, magullándome el querer, destrozándome el alma.

Puedo asegurarte que eres el dolor más bonito que se puede sentir. Shh, déjalo, no intentes reconstruirme para luego irte otra vez.
Ojalá hacerte mío me recompusiera, pero.

No creí que se pudiera querer y odiar tanto a alguien a la vez. Enhorabuena. 

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