Vivo
en un mundo lleno de valientes dispuestos a no arriesgar.
En uno hecho de
contradicciones, de las mismas que me rondan la cabeza:
llámame, quiero decirte que no puedo quedar.
Sé que me estoy enamorando cada día un poquito más de mí cuando me masturbo y pienso en ti solamente de pasada.
Y
es que ya estoy acostumbrada a no acostumbrarme.
Bésame
todo lo que quieras, que al corazón no llegarás nunca.
Soy experta en que se queden y hacer que se vayan;
en
llorar más porque no funcione, antes que por quién.
Se
enamoran hasta que me conocen.
Y
entonces,
les
enseño a volar tan bien sin mí,
que
se olvidan de hacerlo conmigo.
Y
me sobran puntos suspensivos de todas esas historias que parecen,
pero
no copulan con el ser.
Apártame
el pelo mientras me besas,
sonríe
a centímetros de mi ropa interior.
Haz
café para dos, que no “para siempre”.
Ven,
que vas a ser capaz de quererme
(y
otras huidas).