martes, 28 de mayo de 2013

Enhorabuena.

Lo conseguiste. Lo de abrirme y no sólo de piernas.

Lo hiciste lento, como cuando describías tus manos por mis muslos, desnudándome y no únicamente quitándome la ropa.

Mordiscos, besos, gemidos.
Todo por sentirme completa, por sentirte conmigo.

Lo crudo es que tantos besos y el roce de tu lengua en el centro de mis ingles me vaciaban sentimentalmente, llenándome de ese dolor placentero que hasta enganchaba.

Furiosa, triste, celosa, dolida.
Podría acrecentar todo eso, pero mi corazón se mueve y bombea al ritmo de ‘no puedo más’.

Creí que entregarme ‘a pesar de’ funcionaría, pero ahora sólo cuesta más pegar los pedazos de lo que queda de mí, de lo que hemos dejado.

Y es que me hiciste el amor a lo bestia: arañándome los huesos, magullándome el querer, destrozándome el alma.

Puedo asegurarte que eres el dolor más bonito que se puede sentir. Shh, déjalo, no intentes reconstruirme para luego irte otra vez.
Ojalá hacerte mío me recompusiera, pero.

No creí que se pudiera querer y odiar tanto a alguien a la vez. Enhorabuena. 

martes, 21 de mayo de 2013

De todo y nada.



De esas historias que empiezan sin querer, pero en las que se acaba queriendo.
En las que cada palabra, cada imagen, cada detalle, por mínimo que sea, termina por contar.
De noches en vela y días de no separarse. De bailar contigo o encima de ti. De odiarnos enfadados, de querernos a más no querer, a más no poder. De tu voz al otro lado del teléfono, de 'te echo de menos' entre gemidos que ahora son solo ecos en mi enfermiza mente.

Todos los planes al cajón de 'no me duelas más'. Ni el besarnos, ni el abrazarnos, ni siquiera la simpleza de tocarte el pelo hasta que te quedaras dormido, como tantas veces me habías dicho que podría hacer, contigo, en tu cama, desayunando cada parte de ti que me apeteciese.

Y la culpa recorre los kilómetros que hay entre tu cama y la mía. Qué desastre. Qué perfecto y bonito desastre pudimos llegar a ser.
¿Quién sabe? Ojalá el tiempo dé tantas vueltas como para volver a marearme contigo de la mano.

Quizás escribirte sea fomentar el dolor, el amor, el querer verte; pero no me importa. Creo que eres una de las historias más bonitas que he podido vivir y mereces ser escrito. Tan intenso, tan visceral, tan subnormal por quererme y por dejarme ir. Ay, pequeño, ¿qué nos estamos haciendo? Ni siquiera sé si quiero que respondas o guardarte en un rincón de mi mente y dejar que todo pase.

Eres esa historia de las de hacer todo y nada; de las de correr por ti y correrme contigo.