domingo, 7 de diciembre de 2014

Quererme y otras huidas.



Vivo en un mundo lleno de valientes dispuestos a no arriesgar.
En uno hecho de contradicciones, de las mismas que me rondan la cabeza:
  llámame, quiero decirte que no puedo quedar.

Sé que me estoy enamorando cada día un poquito más de mí cuando me masturbo y pienso en ti solamente de pasada.
Y es que ya estoy acostumbrada a no acostumbrarme.
Bésame todo lo que quieras, que al corazón no llegarás nunca.

Soy experta en que se queden y hacer que se vayan;
en llorar más porque no funcione, antes que por quién.

Se enamoran hasta que me conocen.
Y entonces,
les enseño a volar tan bien sin mí,
que se olvidan de hacerlo conmigo.

Y me sobran puntos suspensivos de todas esas historias que parecen,
pero no copulan con el ser.

Apártame el pelo mientras me besas,
sonríe a centímetros de mi ropa interior.
Haz café para dos, que no “para siempre”.

Ven, que vas a ser capaz de quererme
(y otras huidas).

4 comentarios:

  1. "No tenemos nada que perder" solemos pensar, hasta que lo perdemos. Tener el poder de darle alas a otra persona es una putada. Siempre podemos esperar a que llegue ese alguien que nos de alas... o confiar en el efecto del Red Bull.

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    1. Que esa persona tenga el poder de enseñarte a volar y luego se vaya, también lo es.

      Habrá que confiar, supongo que no queda otra.

      Gracias por pasarte.

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  2. Me ha encantado.
    Escribir la vida, con finales a gusto de otros... Cuestión de que que un día, en vez del juglar de turno, llegue un trovador que huya con nosotros.

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    1. Muchas gracias, jo.

      Y sí, estaría bien que llegase ese día.

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